Primeros años
LaPlante vivía con su madre y su padrastro. Mientras crecía en Townsend, LaPlante fue abusado sexual y psicológicamente por muchos adultos en su vida. El padre de LaPlante fue responsable de la mayoría de los abusos. También tuvo problemas en la escuela: Le diagnosticaron dislexia a una edad temprana y sus compañeros de clase lo llamaban "espeluznante y raro". Cuando era adolescente fue derivado a un psiquiatra debido a su comportamiento anormal, su apariencia y su falta de higiene.
Crimen
En un pequeño pueblo situado en Massachusetts, en Estados Unidos, vivía la familia Andrews, formada por tres miembros, Annie, Brian y Jessica.
En 1986, Annie Andrews, de 16 años en el momento del caso, recibió una llamada anónima de un joven llamado Daniel LaPlante, que le informó de que estudiaba en el mismo colegio que ella y que había tomado su número de teléfono de uno de sus amigos. Daniel LaPlante se describió con buenas características para complacer a Annie. Dijo que era rubio, guapo, atlético y que vivía en el mismo barrio. Actuando siempre de forma educada, hablaron durante un tiempo considerable hasta que consiguió convencer a Annie de que tuvieran una cita.
La noche de la cita, Daniel fue a casa de Annie. Cuando ella abrió la puerta se dio cuenta de que era totalmente diferente a como se había descrito. Llevaba ropa sucia, no era atlético, ni guapo, ni rubio. Aun así, Annie decidió dar una oportunidad a Daniel LaPlante. Pero pronto se arrepintió, ya que el chico le hizo preguntas insistentes sobre la muerte de su madre, que había fallecido recientemente de cáncer. La conversación fue de las peores posibles, muy diferente a las llamadas telefónicas.
Tras una hora de conversación, Annie llegó a un punto en el que no pudo aguantar más, así que decidió huir de la cita, abandonando al chico en el acto. Pero ahora sabía dónde vivía.
La extrañísima conversación de Daniel LaPlante despertó la nostalgia de Annie, y ella y su hermana decidieron entonces intentar contactar con el espíritu de su madre a través de una tabla Ouija. Jugaron por pura ingenuidad adolescente, sin esperar realmente nada. Sin embargo, esa misma noche, Jessica y Annie oyeron varios golpes contra las paredes de su dormitorio mientras dormían. Sorprendentemente, parece que la sesión de espíritus de las chicas tuvo éxito. Durante varias noches, las hermanas hablaron con el “espíritu” que golpeaba la pared.
Con el tiempo, los objetos de la casa comenzaron a desaparecer. Los objetos que se colocaban en la mesa, al día siguiente se encontraban desparramados por el suelo. Las chicas también empezaron a notar que los muebles se movían de un lado a otro.
El padre de las chicas, que también vivía con ellas, Brian Andrews, creía que eran las propias chicas las que provocaban estos fenómenos en la casa. Las niñas afirmaron que creían que se trataba de un fantasma, pero Brian no creyó esta historia y siguió culpando a sus hijas. A estas alturas Daniel estaba escribiendo mensajes en la pared con ketchup, y las chicas estaban realmente muy asustadas. Brian seguía sin creer esta historia, pero al cabo de unas semanas, después de mucho tormento, en un momento de desesperación las chicas se escaparon a la casa del vecino, para escapar de los golpes que el “espíritu” daba contra la pared.
Esperaron a que Brian volviera y, cuando volvió, entró solo en la casa y notó mucho desorden. Después de investigar un poco encontró a un chico vestido con la ropa de su difunta esposa. Se enzarzaron en una pelea, pero el chico consiguió escapar. Se llamó a la policía local, que registró la casa. Un agente encontró un forro oculto detrás de un armario empotrado en la pared del dormitorio de Annie Andrews. Cuando el agente abrió la escotilla, encontró a Daniel LaPlante acurrucado en su interior. El chico fue arrestado.
La condena de Daniel fue muy leve, y al año siguiente ya estaba de nuevo en la calle. Casi inmediatamente después de su liberación, Daniel volvió a su vida de robos. Durante uno de sus robos obtuvo dos pistolas de la casa de un vecino.
El 1 de Diciembre de 1987, entró en la casa de la familia Gustafson, a un kilómetro de su domicilio. Daniel encontró en la casa una familia con tres miembros: una madre y sus dos hijos que aún eran niños. Allí violó a Priscilla Gustafson, de 33 años, y luego le disparó varias veces a corta distancia en la cabeza. Después, ahogó a los dos hijos de Priscilla en diferentes bañeras. Su marido se salvó porque estaba trabajando.
Juicio
Un año después, LaPlante fue condenado a tres cadenas perpetuas por los asesinatos de los Gustafson.
El 22 de Marzo de 2017, se llevó a cabo una audiencia de nueva sentencia para LaPlante en el Tribunal Superior de Middlesex en Woburn, Massachusetts. LaPlante pidió una reducción de su condena. En la audiencia se mencionó que durante su primera apelación, se citaron fallos judiciales anteriores que decían que los menores condenados por asesinato deberían tener una oportunidad significativa de volver a relacionarse con la sociedad. También había una nueva ley que permitía a “menores condenados por asesinato con extrema crueldad y atrocidad pedir libertad condicional después de haber estado tras las rejas por un mínimo de 30 años”. El juez, sin embargo, confirmó la sentencia de LaPlante de tres cadenas perpetuas consecutivas, con posibilidad de libertad condicional después de cuarenta y cinco años, luego de que un psiquiatra forense evaluara a LaPlante y descubriera que no estaba arrepentido por sus crímenes.