Infancia problemática
Andrade vivió parte de su infancia en Rocinha, una favela de Río de Janeiro. Su madre, una criada, era maltratada por su marido. Fue enviado durante algún tiempo a casa de sus abuelos en Ceará, donde aseguró haber ganado mucho dinero. Después de un tiempo, fue enviado de regreso a Río de Janeiro, donde fue maltratado por los nuevos compañeros de sus padres, quienes para entonces se habían separado. Durante este tiempo sufrió abusos sexuales por parte de un hombre mayor.
Adolescencia problemática
Luego, Andrade fue admitido en una escuela de niños, pero no se desempeñó bien en clase. Allí fue acosado por sus compañeros de clase, quienes lo llamaban retrasado. Cuando tenía 14 años, lo echaron porque la institución solo acogía a niños de entre 6 y 14 años.
Apenas Andrade salió de la escuela, comenzó a prostituirse. Según él, siempre estuvo activo durante los actos, pero una vez un hombre mayor lo obligó a estar pasivo, lo que lo inquietó mucho. En ese momento, intentó suicidarse. Tiempo después lo enviaron a la FEBEM (un centro de atendimiento socioeducativo dirigido a adolescentes), pero meses después huyó y volvió a ejercer la prostitución. A los 16 años, se fue a vivir con otro hombre, Antônio Batista Freire, quien comenzó a apoyar a Andrade, incluso presentándolo a la Iglesia Universal del Reino de Dios (una organización cristiano evangélica). Aún con el apoyo de su compañero, Andrade siguió prostituyéndose, hasta que finalmente se separó de Freire y regresó a la casa de su familia.
A partir de ahí abandonó la prostitución y comenzó a trabajar formalmente, ayudando a la familia con las cuentas y las tareas del hogar. Andrade asistió a los servicios del Reino de Dios durante unos diez años, además de ver las celebraciones diarias por televisión. Según él, fue en uno de esos cultos que escuchó que cuando los niños mueren, van al cielo.
Cuando no leía las prédicas del obispo Edir Macedo, leía revistas pornográficas. Le gustaba escuchar las canciones de Xuxa, junto con otros ídolos infantiles de la época.
La madre de Andrade llegó a decir que tenía la extraña costumbre de escuchar una cinta grabada de su hermano llorando.
El 16 de diciembre de 1991, Altair Medeiros de Abreu, de 10 años, salió con su hermano Iván a la casa de un vecino, quien les había prometido ofrecerles el almuerzo. En ese momento, el preadolescente vivía en el empobrecido barrio de Santa Isabel en São Gonçalo, vecino al municipio de Niterói. Los dos eran hijos de Zélia de Abreu, una criada que tenía otros cinco hijos.
Cuando los dos muchachos pasaban por la estación central de Niterói, fueron abordados por Andrade, quien, según Altair, les ofreció unos cuatro mil cruzeiros (poco más de 25 céntimos) si lo ayudaban a realizar un ritual religioso católico. Los tres tomaron un autobús y se bajaron en una playa desierta a las afueras del Viaducto de Barreto. En ese momento, Andrade intentó besar al mayor, quien huyó asustado, pero luego fue tirado al suelo; atónito, vio como su hermano Iván era abusado sexualmente por Andrade quien, luego de estrangularlo, le dijo a Altair que su hermano estaba dormido.
Asustado, Altair comenzó a hacer todo lo que Andrade quería, y luego fue llevado por el asesino a una estación de servicio, donde se limpió mientras era observado por él. Los dos durmieron en la espesura y a la mañana siguiente partieron para Río de Janeiro. Se dice que durante el viaje, Andrade se ofreció a vivir con Altair, quien accedió de inmediato. Durante los testimonios posteriores, Andrade dijo que se volvió misericordioso con el niño, porque se estaba portando "bien" y prometió quedarse con él. En ese momento, Andrade trabajaba como distribuidor de folletos y tendría que presentarse en el trabajo para obtener dichos folletos. Tan pronto como se distrajo, Altair aprovechó la oportunidad y huyó del asesino.
Altair inicialmente no reveló que su hermano había sido asesinado, solo les contó el crimen a los hermanos mayores al día siguiente. Andrade no trató de buscar a Altair ni trató de esconder el cuerpo de su hermano, sino que regresó a la escena del crimen para cambiar la posición del cuerpo, antes de que los policías lo descubrieran horas después. Se dice que las manos del niño estaban dentro de su pantalón corto, lo que eliminó la tesis inicial de ahogamiento, y luego las autoridades verificaron el abuso sexual. Cuando la madre de Iván identificó el cuerpo, Altair llevó a los policías a Andrade, quien confesó el crimen de inmediato, sin mostrar sorpresa.
Confesiones
En la comisaría, Andrade confesó haber matado a otros trece niños, revelando uno de sus primeros crímenes. Según él, en junio de 1991, acababa de bajarse de un autobús cuando vio a Odair José Muniz dos Santos, de 11 años, pidiendo limosna en la calle. Logró convencer al niño de que iría con él a casa de una tía y conseguiría unos 3000 cruzeiros. Pero, de hecho, atrajo a Odair a una cancha de fútbol donde trató de abusar de él y, cuando no pudo, estranguló al niño.
"No me di cuenta si estaba vivo o muerto cuando lo violé. No pude satisfacerme, y apreté su garganta una vez más para asegurarme de que su alma fuera al Cielo."
Poco después, Andrade fue a su casa a cenar y regresó más tarde para decapitar el cuerpo del niño. Afirmó que hizo esto para vengarse de lo que le hicieron durante su tiempo en la escuea. Su primer asesinato ocurrió en abril de 1991, cuando regresaba del trabajo a su casa y vio a un niño vendiendo dulces en la avenida. Usó la misma historia de dinero y rituales religiosos y llevó al niño al matorral. Intentó tener sexo con el chico, pero se resistió. Andrade lo atacó con unas piedras, lo asfixió y luego lo violó. Desde entonces, ya no pudo evitar cometer asesinatos. En su segundo asesinato, el de Anderson Gomes Goulart, de 11 años, usó una piedra para golpear a su víctima en la cabeza. Mantendría un poco de la sangre de Goulart en un cuenco para beber más tarde.
Andrade fue acusado y finalmente declarado loco y enviado a un Hospital Psiquiátrico.